Se trata Fabio Agustín Gómez quien llegó desde Campo Viera, Misiones, y egresó este jueves como Marinero Tropa Voluntaria de la Armada Argentina. Tiene 23 años y desde adolescente tuvo el fuerte deseo de ser parte de una Fuerza Armada. Hoy siente que cumplió su sueño. Egresó como marinero Segundo.
Más de 2000 kilómetros separan a Fabio Agustín Gómez de su hogar en Campo Viera, localidad ubicada en el Departamento de Oberá que lo vio crecer y hacerse a la vida adulta. Su ciudad fue testigo, también, de las ganas que siempre tuvo de formar parte de las Fuerzas Armadas y de su incansable deseo de superación.
Actualmente Fabio tiene 23 años y ya dio uno de los pasos más importantes de su vida: egresó como Marinero Segundo Tropa Voluntaria de la Armada Argentina en la ceremonia que se realizó en el Parque Centenario de la Base Naval Puerto Belgrano, al sur de la Provincia de Buenos Aires. Para llegar a este gran día, el misionero hizo un período de adiestramiento de dos meses en el Comando de Instrucción y Evaluación de la Infantería de Marina en Baterías, donde tuvo contacto por primera vez con la vida militar y naval.
La realidad que hoy vive comenzó a gestarse cuando un amigo, que ya formaba parte de la Armada, le contó que estaban abiertas las inscripciones para ingresar como Marinero Tropa Voluntaria, mientras compartían un rato en la plaza del pueblo. Fabio, que desde hacía cuatro años trabajaba vendiendo libros, no lo dudó.
“Yo quería ser alguien, así que esa misma noche me decidí. Al otro día prendí el teléfono y lo primero que hice fue pedir por Internet el formulario de inscripción. En media hora ya lo había recibido y al día siguiente lo tenía impreso para entregarlo en la delegación”, contó. “En la Delegación Naval de Misiones la atención fue muy buena; inclusive armaron un grupo –como éramos de lejos– para ver cómo nos organizábamos”.
Para él fue un paso muy importante. “Yo vengo del campo, de la colonia, a 14 kilómetros de Campo Viera. Me crié con mi madre y mi padrastro hasta los 13 años, cuando me fui de mi casa a vivir solo; salí con una mano atrás y otra adelante, pero gracias a Dios he tenido gente que me ha ayudado. A los 15 años veía a miembros del Ejército, de la Policía… y decía ‘ojalá algún día pudiera entrar en alguna Fuerza’. Éste era mi anhelo”, contó.
Un anhelo que lo impulsaba a superarse a diario. De chico trabajaba hasta el mediodía y a la tarde iba al colegio. “Así terminé la primaria en la escuela N° 403 ‘Estado Federación del Brasil’. Con la secundaria se hizo un poco más difícil: vendía libros y tenía que estar toda la semana fuera de mi casa, entonces no pude terminarla”.