Sabio y pensante en el que decir, pero a la vez simple y ocurrente en cada cruce de palabras. Mantiene una conversación con el inconfundible tono de voz de sus canciones. Julio Cáceres es un cantor, compositor y poeta.
Digno de un hombre que respeta ante todo la palabra, porque “no es algo que se debe soltar al viento”. Cuenta que, en parte, es una enseñanza de su abuelo.
Julio conserva un estado de armonía en su persona que demuestra gustarle todo lo que hace, y eso contagia tanto como las letras sus canciones. La empatía no es un don para cualquiera, mucho más en un escenario donde el canto es el principal componente de cualquier ceremonia. Su exitosa trayectoria y la vigencia de “Los de Imaguaré” le dan toda la razón por haber querido ser cantor de por vida en una encrucijada donde encontró en la música el “amor a primera vista”.
“Sembrando sueños” es el titulo del espectáculo que van a ofrecer en Misiones el próximo 22 de septiembre en el Montoya. “Es una feliz coincidencia con la primavera, nos hizo que recordáramos el tiempo de la flor” dice Julio.
Inmediatamente lo define al cantor popular como una flor que “aparece en tiempo determinado, que enamora, pero que es efímero también. Pero nunca debemos olvidar porque hay una raíz que lo sostiene”. “Es como dice el poeta José Luis Bernard lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado” cita Cáceres.
Los de Imaguaré de raíces guaraníticas (Ymaguare) llevan ya 41 años de ascendente trayectoria artística. De significancia antiguo, de antes, de tiempos remotos, Julio explica que la expresión no solo tiene valor nostálgico, sino que “convoca a la memoria con un pensamiento de que el hombre es hoy, porque hay un ayer y porque cree en un mañana. Si juntamos las tres cosas, podemos contribuir a la conformación de un hombre que puede realizarse plenamente en su destino”.
Confiesa que ser cantor fue una decisión de “amor a primera vista de hoy y para siempre” como se suele decir. Y, cual cantor, suelta una frase “mi abuelo era guitarrero, mi padre solía versear y en mi casa una guitarra nunca estuvo por estar”.
En la entrevista, Julio remonta sus inicios como cantor en los años 70 en un contexto de mucha conflictividad social, muchas ideologías, y en medio de profundos cambios. En aquel momento entendió que lo que los artistas populares pueden hacer es “mantener viva la tradición del pueblo que va a hacer la revolución. Me dije este es mi lugar, acá voy a trabajar yo para que hagamos un cambio a nuestra manera”.
Julio entiende que “los argentinos necesitamos recuperar nuestro sentido de identidad y de pertenencia, para poder ofrecer lo que somos ante el mundo, es importante que nos vea como somos”.
Para el artista, la Argentina tiene distintos enclaves de conformación cultural, que nada tiene que ver con la conformación política actual. “Siempre digo que la división sirve para que se cobren los impuestos. La cultura no tiene nada que ver con eso, es una cosa que traspasa todo eso” dice.
Cáceres resalta el valor de identidad que provoca el folklore. “No es casualidad que el chamamé se toque en otros lugares del país o del mundo. Responde a una realidad que tenemos que conocer lo que hemos sido para entender lo que somos”.
Julio es devoto al buen uso de la palabra, fundado en que “para el guaraní era el alma, decía que Dios habitaba al hombre por medio de la palabra. La oratoria siempre fue una de las cosas más importantes que tenía”. Entonces “el concepto de la palabra es que te comunica directamente con la divinidad, el verbo como dicen los cristianos” dice el artista.
Con la franqueza que lo identifica en sus años de trayectoria, traslada un sentir mas que una enseñanza: “uno solamente es un instrumento, por eso hay que atender amorosamente lo que pasa alrededor, porque podés comprender y transmitir en palabra lo que te llega a vos. Eso te lo manda el dueño de la palabra”.
Te invitamos a mirar la entrevista que le realizamos: