¿Te gustaría saber cuál va a ser el coeficiente intelectual de tu hijo antes de que nazca? ¿Si tiene probabilidades de ser esquizofrénico, neurótico o depresivo? El avance en el análisis del ADN está cada vez más cerca de dar información precisa sobre nuestro futuro, pero ¿cuál es el límite ético de este tipo de medicina preventiva? ¿Inducirá a eliminar los fetos menos capacitados o a clasificar a las personas según sus capacidades intelectuales? ¿Cuál es su nivel real de precisión?
El mundo nunca antes había tenido tanta información genética recolectada y nunca había estado tan cerca de predecir enfermedades como la diabetes, la artritis, la obstrucción arterial y la depresión. Aunque todavía la medicina no está poniendo en práctica estos nuevos conocimientos, la ciencia para crear informes sobre el futuro de la salud de las personas ya está disponible.
El joven cardiólogo Amit Khera, que predice enfermedades a partir del ADN en el Instituto Broad (EE.UU.), explica: «Creo al final conseguiremos que los pacientes más jóvenes reciban un informe sobre su ADN que les dirá su puntuación (…) usted está dentro del rango de un 90 % de sufrir una enfermedad cardíaca, 50 % de cáncer de mama y el más bajo, un 10 %, de sufrir diabetes».
Al principio las predicciones de los estudios genéticos no eran tan fiables, pero hoy están llegando a un gran nivel de precisión. Una prueba lanzada el año pasado fue capaz de adivinar altura de una persona, con un margen de cuatro centímetros, a partir del análisis de 20.000 letras distintas de un genoma.
Pero lo más poderoso no es el nivel de efectividad al que están llegando estos estudios, sino que son capaces de medir la salud en cualquier momento. Khera explica: «Si estudiamos a varios chicos de 18 años, ninguno de ellos tendrá el colesterol alto, ninguno tendrá diabetes. Todas las columnas tendrán un cero, por lo que no podremos crear grupos en función del riesgo. Pero con un simple test de 80 euros podemos obtener una clasificación tan precisa como la de una persona de 50 años, y para muchas enfermedades».
El año pasado, el neurocientífico de la Universidad de California en San Diego (EE. UU.) Anders Dale anunció su intención de comercializar una calculadora de riesgo para el Alzheimer, que adivinaría si la persona iba a desarrollar la enfermedad y, en tal caso, a qué edad. Ante la pregunta ¿por qué la gente querría saber con antelación acerca de una enfermedad que actualmente no tiene cura?, él respondió «puede que quieran hacer planes».
Uno de los debates que se gesta detrás de este avance es si sería prudente informar a una persona, a priori sana, sobre su posibilidad de contraer una enfermedad. El motivo es que las puntuaciones no son certezas individuales sino simples probabilidades estimadas a partir de grandes poblaciones; y ese resultado, que no es 100% certero, podría condicionar varias decisiones de su vida.
Sin embargo, la principal polémica está detrás de la posibilidad de realizar pruebas de cociente intelectual a niños e inclusive fetos. Además de predecir enfermedades, los expertos en genética pueden construir modelos para pronosticar cualquier rasgo humano que se pueda cuantificar, como el comportamiento. ¿Esta persona está destinada a una vida de delincuencia?, ¿este otro será neurótico, depresivo o más inteligente que la media? Los científicos prevén que la tecnología de puntuación empezará a arrojar una incómoda luz sobre estas preguntas dentro de muy poco.
En enero, dos destacados psicólogos afirmaron que las pruebas de cociente intelectual dirigidas al consumidor no tardarán en estar a disposición del gran público y que se convertirán en algo habitual. Con ellas, se podrán predecir las habilidades futuras de un niño para «aprender, razonar y resolver problemas». En su opinión, los padres empezarán a analizar a sus hijos para planificar sus metas escolares. Al respecto, el destacado psicólogo de la Universidad de Virginia (EE. UU.) Eric Turkheimer dijo que el peligro es que las puntuaciones se malinterpreten y se «recomienden unas políticas sociales atroces». En su opinión, sería «la peor forma de discriminación basada en el determinismo biológico».
Pero estas opiniones no están frenando el ritmo acelerado de la investigación genética. La empresa Genomic Prediction afirma que quiere hacer pruebas de inteligencia con embriones de fecundación in vitro para que los padres puedan descartar a aquellos que no estén mentalmente capacitados. De momento, lo único que está claro es que el 2018 será un año decisivo para el avance de la videncia genética.