*Por Leonardo Armarilla (Politólogo)
Seguramente en estos últimos años escuchamos decir que Misiones maneja bien su política fiscal (disciplina fiscal), que es una provincia con una clara política de desendeudamiento y que sabe maniobrar las turbulencias de crisis del contexto nacional.
En términos de recaudación propia, Misiones tiene el mejor desempeño del año (durante los 6 primeros meses el crecimiento fue de 111,5%), sin embargo, fue una de las provincias que menos recibió de los impuestos coparticipables. En los 6 primeros meses del 2021 Misiones fue la provincia más perjudicada en el reparto automático de los fondos públicos (un leve incremento en términos reales 12,5% respecto al año pasado).
Ahora bien, también conocemos algunos datos que se hicieron populares y son incomprensibles desde la perspectiva federal. Misiones es la octava economía del país y recibe la peor distribución, enviamos 2 y recibimos 1. Esto no es un problema solamente de la ley de coparticipación, sino un problema más profundo que tiene que ver definitivamente con la identidad política del federalismo argentino.
Los provincianos conocemos muy bien el centralismo del poder, y esto no significa que estemos cayendo sobre el gobierno nacional de turno, esto viene sucediendo hace muchos gobiernos nacionales. Algunos se confunden Corrientes con Misiones, otros desconocen el artículo 10 de la Ley Pymes y otros vetan la Zona Aduanera Especial. No hay problema, los misioneros no nos olvidamos de los hechos.
Hace unos días me preguntaron si el gobierno de Macri fue menos o más federal que el gobierno de Alberto. Mi respuesta fue: “parece que siempre se equivocan para el mismo lado”.
Me niego a creer que muchas veces somos “olvidados” porque no tenemos un peso electoral que seduzca a las estrategias nacionales. Un ejemplo: el 10 de diciembre se renuevan 127 bancas en la Cámara de Diputados de la Nación, la provincia de Buenos Aires renueva 35, Misiones renueva 3.
Como dijo un ex gobernador “la matriz del centralismo tiene que cambiar, por eso nuestra letanía con el misionerismo”. Hay que defender nuestras propias ideas, y que luego esas ideas se conviertan en políticas públicas. Pero lo decisivo es que esas ideas no se definan en escritorios porteños que marcan las políticas que se asignen a todas las provincias (que seguramente desconocen). Ojalá algún día recuperemos la memoria colectiva para defender un país federal, de verdad.